Se dice en el argot periodístico que “chango viejo no hace maroma nueva”. Eso sucede con el veterano Erangelio Mendoza un clásico “revolucionario” de la izquierda extrema y cerril que, anquilosado en el llamado movimiento “democrático” magisterial del cartel 22, quiere regresar a sus viejas prácticas de la movilización-negociación. Es decir, acciona con sus sobados plantones cuando sabe que viene el informe de Gobierno, para luego estirar la mano.
El “maistro” Erangelio, motejado “burro” por sus mismos compañeros, desde los inicios del movimiento magisterial hizo equipo con los maoístas, ahora en extinción; con los adoradores del Che, los que ondean la bandera de la hoz y el martillo, los que se cubren la cara y se paran los pelos con harto gel y se dicen anarkos, con los que se dicen de “izquierda” pero que tienen como común denominador, la división. Hoy, “el burro” vuelve a escindir.
Cuando el presidente AMLO ha consentido al cartel 22, como a ninguna otra organización, autorizando todas sus peticiones hasta la cuestionada libertad de todos sus “presos políticos” para meterlos al redil institucional, extrañamente “El burro” brinca a la liza. Los que bien lo conocen dicen que busca un jugoso retiro. Sus allegados comentan que “el maestro” está ofendido por la riqueza multimillonaria que lucen actuales y exdirigentes seccionales y hasta de algunas tribus del magisterio. Atraído por tanta opulencia se pregunta ¿y yo por qué no?
A eso obedece que se haya puesto al frente de los supervisores que están haciendo a la SEP hasta peticiones absurdas.
Así que, mientras los dirigentes seccionales de la 22 se muestran “institucionales” ante el presidente AMLO, sin movilizaciones, previo al informe de gobierno reaparece amenazante el veterano ex dirigente del cartel 22. Pero no es el único que desestabiliza.
A LA PEPENA
A la par con la marcha de Erangelio se inquietan otras tribus del magisterio y grupos de normalistas que han aprendido bien los tiempos políticos en que deben “accionar”.
En el maremágnum de la protesta social los grupos violentos quieren sacar tajada. El principal es el temerario Abraham Ramírez con su organización Codedi que siembra el terror en la región de Xanica y hoy quiere impunidad.
Una vez que fue arrestado su lugarteniente Fredy García Ramírez como presunto responsable del secuestro, tortura y asesinato de policías y civiles, recurre a la reagrupación de organizaciones similares y algunas tribus del cartel 22, para presionar con marchas y plantones al gobierno. Quieren libre a Fredy.
Ceder a la petición de los que blanden el machete y violentan la protesta, sentaría muy mal precedente del gobierno. Además de los familiares de los civiles que fueron torturados por ordenes del mandamás de Codedi -según denuncian- por entrometerse en los asuntos políticos de Xanica, también exigen justicia los compañeros y parientes del agente de la AEI torturado y muerto y de los dos uniformados más secuestrados.
ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
Hay indicios de que, por las presiones de Codedi, quieren consignar al tal Fredy solo por el delito de lesiones. Esto para que salga libre bajo fianza.
Las expresiones iracundas que vemos en cada movilización de los macheteros de Codedi, nos llevan a pensar que estos grupos, incitados por algunas tribus radicales del cartel 22, siguen apostando al discurso de odio.
Con sus arengas exaltadas y mentirosas quieren desacreditar a sus adversarios y lograr la impunidad. Si el Fiscal General cede y no consigna debidamente al acusado estaría sentando un mal precedente de impunidad.
Lo peligroso es que los planteamientos radicales de estos grupos son consignas de profesores de ideas extremistas que se han posicionado como consejeros a la llegada de presidentes municipales en varias comunidades de la Sierra Sur, como Loxicha.
Un viejo maestro me dice que esos grupos que manejan a ciertas organizaciones sociales y autoridades municipales, están convencidos de que el pueblo debe adoptar una actitud contestaria ante el gobierno. Así debe ser, a nadie conviene un pueblo sumiso pero sus asesores deben llevarlos a la protesta radical pero propositiva, no de agresión a la sociedad. Sólo así podrán generar los cambios en lugar de ganarse la animadversión de los terceros perjudicados. Este debe ser el papel de la verdadera izquierda que no solo debe ver enriquecidos brutalmente a sus líderes, como ha pasado en el cartel 22. Las organizaciones sociales, verdaderas, pueden realizar mayores transformaciones que protestando en las calles y bloqueando accesos públicos.