Las adicciones del presidente municipal Oswaldo García Jarquín lo enajenan al grado de que, ni una llamada de atención del mismo presidente López Obrador, le hace reflexionar.
Resulta que ante la gran inmundicia en que se ha convertido la Central de Abastos, el caos y los altos índices de inseguridad que prevalecen en la zona, unificaron -por primera vez- a los más de 30 dirigentes de organizaciones de mercaderes de esa Central. Hicieron una carta con 16 peticiones concretas que entregaron directamente a la oficina del presidente AMLO.
Sorprende tanta apatía municipal para atender una zona de gran movimiento económico, que reúne a más de cien mil personas diariamente que compran y venden alimentos e insumos. Aún con tanta concentración humana, el gobierno municipal descuida el saneamiento ambiental. La seguridad pública alcanza niveles alarmantes pues apenas hay 25 policías para resguardar la zona. Una epidemia está latente ante el valemadrismo del gobierno municipal.
Dicen los dirigentes: no podemos estar peor y nada perdemos con pedir la intervención de Andrés Manuel, a ver si así nos hacen caso. Y hubo respuesta casi inmediata.
El pasado día 27 les llegó la contestación y el presidente municipal recibió la orden de establecer una mesa de trabajo para analizar la solución de tantos problemas. Bueno, fue una orden presidencial, pero Oswaldo cumplió a medias. Como siempre, la resaca impidió llegar el pasado martes a la reunión que solicitó el consejo de líderes de mercaderes.
Para mayor sorna ¿saben a quién ordenó que los recibiera? Al director de gobierno municipal Josué Monterrey señalado como el cerebro del tráfico de puestos ambulantes.
El Consejo de líderes obligó al tal Monterrey a escucharlos plenamente. De las 13 hasta las 17 horas. En el Salón Morelos del palacio municipal expusieron la urgencia de una cirugía mayor a la Central de Abastos. Monterrey, a cada momento, hablaba por teléfono al edil. En cada llamada decía: dice el presidente que la atención en la Central de Abastos es prioritaria.
Sorprendidos por la sensibilidad del presidente de la República, los líderes de mercaderes dijeron que, aunque ellos militan en diferentes partidos, su gestión para poner atención a la Central de Abastos no tiene siglas. En el mismo Morena tienen claro que sus funcionarios han fallado. Se han mostrado indolentes ante la “bomba de tiempo” que significa el caos en la Central de Abastos, pero ya están pagando su decidida. Toda la gente que acude cotidianamente a la Central de Abastos se da cuenta del desbarajuste que prohija el alcalde Oswaldo García, pero las consecuencias políticas se vieron al recuperar el PRI casi todas las agencias municipales.
DESOBLIGADO
No haber cumplido la orden presidencial de atender personalmente asunto tan delicado como es el de la Central de Abastos, exhibe una vez más la indiferencia que identifica el gobierno municipal que encabeza el morenista Oswaldo García. Así lo dicen algunos de los dirigentes de la Central de Abastos.
Pero no son los únicos en desaprobar la abulia con que este presidente municipal entiende el ejercicio del poder. En su propio cuerpo edilicio cada día más son más los concejales que manifiestan abiertamente su decisión de llamarlo a cuentas ¿las causas?
Dicen que la presidencia municipal la ejerce con tal fastidio que no hay evento oficial al que no llegue tarde o, de plano, no llega. Lo que ya no soportan es la ligereza con que trata las sesiones de cabildo. Comentan que ni siquiera en su evento político de “mayor relevancia” como considera la primera audiencia pública, llegó puntual.
PUEDEN REEMPLAZARLO
Ante tanta informalidad solo lo acompañaron a la primera audiencia cuatro regidores.
Los otros repasan el artículo 24 del Reglamento Interno del Ayuntamiento que dice que deberá sesionar en forma ordinaria por lo menos una vez a la semana…
También leen el artículo 37 que establece que, una vez programada y convocada una sesión de Cabildo, en términos de lo que establece el propio reglamento citado, no podrá diferirse o reprogramarse sino solo en dos supuestos, cuando lo soliciten por escrito la mayoría de los regidores y cuando el Presidente Municipal esté impedido para asistir a la sesión. El presidente municipal no puede convocar y luego diferir una sesión de Cabildo, a capricho, porque incumpliría con el reglamento, siendo que es el primer obligado a guardar el orden y a velar por el cumplimiento de dicho reglamento. Lamentablemente, estas son violaciones constantes en que incurre el edil Oswaldo.